M irar en los estantes de la jugueteria/papelería/tienda mágica, múltiple (cómo se llaman esas tiendas?) y tienes de regalos de última hora, un pequeño paletero como peluche, y su carrito de helados y paletas. El hombrecillo unido de manera tal al carrito, que cuando avanza el carrito de helados, él va al lado bajo la sombra de su techito -cuando es carrito más completo-, o la versión B, con una combinación diferente de colores y sin el pequeño tejado, sólo un carrito paletero. Tal como podría pintarlos la memoria y el trabajo de @malditoperrito, en un barrio cualquiera de esta gran área metropolitana.
Hace unos días publiqué en una red social "amiga: cancela tu participación en la enemistad histórica entre mujeres", palabras más/menos. Hoy, mientras pintaba las paredes de la casa de mi tía, escuchaba un episodio grabado, una entrevista que una admirable mujer le hacía a otra, igual de admirable. En el tiempo que transcurría, escuchaba atenta las referencias, algunos debates y posturas que AC había compartido conmigo en nuestras reuniones cuasi semanales durante poco más de un año. AA escuchaba, preguntaba, intervenía y elogiaba a AC, a su talento, a sus conocimientos, vaya, se posicionaba como devota ante la grandilocuencia de la segunda. Y con el paso de los minutos y de la escucha, los celos, la envidia, los malsanos deseos de ser yo quien fuera elogiada, quien compartiera las reflexiones sapientes frente a AA, quien sostuviera conocimientos tan valiosos que hiciera deseable hacerme interlocutora se apoderaron de mí. Sí, sentí que me disminuía, que mi inteligencia era di...