Ir al contenido principal

Una ciudad inimaginada

 Bajo la tierra encontramos un montón de pasillos a los que no teníamos que haber dado,n definitivamente estábamos perdidos. 

Caminamos sobre el primer pasillo, donde unas criaturas peludas,  marrones, redondas, con tenazas - y afortunadamente pequeñas-, nos quisieron atacar.  No hubo riesgo más que el de perderse por un pasillo contiguo,  pero a estas alturas de la circunstancia, ya estábamos usando una cuerda de guía. 

Después de tomar el 2o pasillo en vano,  tomamos el tercero del lado derecho,  concentrados en salir del lugar. 

Lo que vimos voló nuestras cabezas: una serie de casas continuas en forma romboide local a lado, o más bien debería decir "diagonal sobre diagonal", donde los puentes se tomaban de abajo hacia arriba, y tenías que tomar vuelo sujetando una barra pasamanos mientras corrías, para después tomar vuelo y apoyarte en una raíz de dinizia mientras recogías tus pies para tomar aún más fuerza y poder saltar en alguno de los cruces de diagonal. Haciendo esto puedes lograr retomar la caminata a pie y poder subir a tu Zakah, que son precisamente esas casas incrustadas en la pared, y que están una sobre otra en diagonal.

 

Mi libreta se mojó y el dibujo que hice para la bitácora está húmedo aún. Al salir de aquí lo trataré de secar e imitar para hacer ilustrativo y comprensible lo que sucedió ese día.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Descendiendo en el viaje al centro

 Avanzada la tarde seguimos descendiendo. Hay que ser muy precavida al descender por toboganes de arcilla firme -o por lo menos quienes eligen esa opción-. Al lado corren unas ruinosas escaleras de madera que me causan menos confianza que descender a rappel. Hay dos curvas pronunciadas que no pudieron avanzar al lado de los escalones: tuberías profundas para extraer el escaso petróleo de la zona estorbaban. Esta razón fue la que me permitió encontrar diversión en medio de la oscuridad del subsuelo. La curva toboganera me llevó por una zona de falsas piedras preciosas en el techo ¿las habrán puesto a propósito, figurando una constelación para admirar sólo con lámparas de minero? Nah, creo más bien que es una disposición de falso oro.  Mientras observaba el manto que me cubría, creí ver algo extraño ¿una serpiente o una persona sacrificada? Quise detenerme pero llevaba demasiada velocidad,  sólo la fotografía mental de luz se quedó en mis ojos. Una hora después, al en...

Te deseo, perpetuidad

 Un suave y cálido aterrizaje nos acercó a los frutos que desde el aire deseé conocer y probar.  Un fruto de tamaño generoso,  con apariencia entre kiwi, mamey, papa e incluso sí,  un cierto parentesco con el cacao, como un primo lejano.  Luciana partió el fruto con un golpe de experta en asuntos poco cotidianos,  y por un momento pensé que era algún tipo de algodón,  pues su apariencia era extra esponjosa,  como si de helado de vainilla se tratara, y tersa, como si una aterciopelada ralladura de coco estuviera esperando una boca fácil para caer en tentación,  como la manzana del pecado primigenio. Grabé en mi mente la primera impresión,  y tan pronto regresé a mi hospedaje,  lo dibujé en mi bitácora.  Luego de arrancar un gajo, mordimos a la voz mental de tres (uno, dos y...), y me disocié de la realidad inintencionalmente: mi profesión se adueñó de mis sensaciones y de mi boca y de mi cerebro e irremediablemente de mi sentido...

Carta a Violeta E.2

  Mi muy querida Violeta: Ayer sentí mucha angustia porque estábamos en la sala, al lado de la ventana y veíamos la tv mientras se oscurecía. Pues bien, escuché cómo afuera de la ventana estaba un colibrí, que aleteó durante unos instantes afuera de la ventana del estudio, al lado de este cuarto. Si bien sentí alegría por la visita, en ese momento entró en mi ser la revolución mental de saber que tengo una flor aretillo adquirida hace 4 días en el tianguis de la colonia (con el mismo señor que compraba cuando vivía en la casa materna), pero que es el mismo al que tengo en cuarentena por ser recién llegado y aún no saber cómo colgarlo en la ventana. Debo investigar un método fiable, que no arriesgue ni a los gatos ni a los colibríes visitantes. Todo esto estaba dilucidando cuando pensé que a la persona a quien podría contarle esta situación y lo entendería perfectamente serías tú, Violeta.