Ir al contenido principal

Te deseo, perpetuidad

 Un suave y cálido aterrizaje nos acercó a los frutos que desde el aire deseé conocer y probar.  Un fruto de tamaño generoso,  con apariencia entre kiwi, mamey, papa e incluso sí,  un cierto parentesco con el cacao, como un primo lejano. 

Luciana partió el fruto con un golpe de experta en asuntos poco cotidianos,  y por un momento pensé que era algún tipo de algodón,  pues su apariencia era extra esponjosa,  como si de helado de vainilla se tratara, y tersa, como si una aterciopelada ralladura de coco estuviera esperando una boca fácil para caer en tentación,  como la manzana del pecado primigenio.



Grabé en mi mente la primera impresión,  y tan pronto regresé a mi hospedaje,  lo dibujé en mi bitácora. 






Luego de arrancar un gajo, mordimos a la voz mental de tres (uno, dos y...), y me disocié de la realidad inintencionalmente: mi profesión se adueñó de mis sensaciones y de mi boca y de mi cerebro e irremediablemente de mi sentido del olfato y del gusto. 

Cada una de las notas saboras en bruto se adueñó de mis papilas gustativas, recorrió vello por vello dentro de mi nariz,  y ambos viajes se conectaron en el momento exacto en mi garganta, permitiéndome apropiarme de los novedosos sabores de esta preciosa fruta. 

Deseé que la experiencia no terminara,  que permaneciera horas,  días. Por primera vez en mucho tiempo sentí la imperiosa necesidad de nunca dejar de conocer y descubrir. 



Comentarios

  1. Me pude imaginar el sabor y el olor, incluso la sensación. Me imaginé que tus papilas gustativas surfearon entre sabores y sensaciones, así como has estado haciendo tu entre nubes.

    ResponderEliminar
  2. Tu viaje mi invita a saborear cada instante en la cotidianidad y a descubrir lo que no conozco.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¡Copoazú a la vista!

 Mientras surfeaba el soleado cielo brasileiro junto a las aventureras del aire que logré contactar por Zuru, la red social más popular de Sudamérica, tuvimos una gran vista del suelaje, donde de a pronto era posible anotar adivinos animales que parecían saludarnos desde la copa de los árboles.  Itahuba, caricari, tajibos y mandrilo fueron algunos de los árboles de maderas preciosas que me ayudaron a avistar desde las alturas. Sin lugar a dudas observar el suelaje selvático es una experiencia muy placentera y que definitivamente quiero volver a vivir.  Imagina la aventura de observar desde arriba los grandes árboles y las zonas arqueológicas que parecen perdidas en la historia, difíciles de encontrar, y que quizás preferirían seguir bajo los cerros de tierra que las sepultó durante siglos.  El tiempo vuela cuando surfeas cumulonimbus, las altas, regordetas y enormes nubes que traen una abundante lluvia, aunque también debo decir que encontramos un montón de  cu...

Burocracia subsuelar

Antes de estar lista para comenzar la misión con mis botas, frascos y mochila, debí haber investigado cuáles eran los trámites que debía gestionar para poder entrar al subsuelo  brasileño ¡Muchos documentos que no sabía que podían gestionarse! Mientras pasan los días para que me entreguen todos los permisos,  iré acercándome al equipo que me consideró para esta misión... y claro,  aprovecharé las oportunidades posibles para surfear las nubes de la Amazonia.  Se dice que es uno de los espacios que más se disfrutan por el territorio que se observa desde el cielo* *¿Cómo debería llamarlo desde esta perspectiva: paisaje o suelaje?

La señora de la casa

  Me gusta mi rincón. Me acomodé un espacio en la habitación y cuando nadie más está en ella, disfruto acomodarme y quedarme dormida, dicen que son cosas de la edad. Cuando me hablan para comer, me desamodorro y como lo que me preparan, que generalmente es lo mismo porque muchas comidas me cae mal y me enfermo del estómago ¡y luego para qué te cuento! me acaban mandando medicamentos y no me gusta tomármelos, ni aunque me traten de obligar diciéndome "es por tu bien". Guácala.   Hace un tiempo los muchachos trajeron a un bebé enfermo, y me he dado a la tarea de cuidarlo a ratos cada vez más grandes. Es un buen crío, así que no era difícil de cuidar... hasta hace unos meses. Ya no está enfermo, pero tiene mucha energía, y a mi edad y con mi temperamento no es tan fácil aceptar jugar todo el tiempo ¡es muy cansado!   Mi muchachita me consiente mucho: me abraza y me llena de besos. Me ha contado que le da tristeza no saber nada de mi pasado, pero está formado de cosas que no ...